2 DE ABRIL
ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE HANS CHRISTIAN ANDERSEN
INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA, INLEC DEL PERÚ
Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
DÍA MUNDIAL DEL LIBRO INFANTIL
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
FINES DE LA LITERATURA INFANTIL
FINES DE LA LITERATURA INFANTIL
Danilo Sánchez Lihón
«Raíces y alas. Pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen»
Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez
1. Verdad total
La literatura infantil tiene que trasparentar en su trabajo la verdad. Y ésta no tiene que ser una verdad a medias, ni una buena intención, ni una mentira piadosa.
Tiene que ser, además de una verdad estética, una verdad ética; consecuencia de la investigación rigurosa y exhaustiva del acontecer social, económico y cultural; producto de haber vivido intensamente y de una correcta posición política en un país con grandes problemas por resolver.
Verdad que sea efecto de una extraordinaria vivencia interior, confrontada con la realidad que es tan dramática, asediante y perentoria en nuestros pueblos.
Por todo ello, no creemos en la literatura infantil pura, esquemática e ingenua, ni en aquella otra que parte de un altruismo a ultranza, ni tampoco en la que cree en una bondad sin lucha, sin pruebas que superar y vencer; y sin hondas transformaciones que emprender.
2. Cumpleaños de una flor
La literatura infantil ha de partir de la realidad, con las características que impone el medio social, de saber que muchos niños ya conocen su atroz situación y son testigos de este desenvolvimiento desquiciado de la historia. Ya no podemos cubrirle los ojos, ni nosotros taparnos el sol con el dedo de una mano.
El niño en las barriadas del Perú ha sido arrojado a la calle, la conoce y sabe todo el drama que en ellas se desenvuelve. Ya no hay niños ingenuos, los hay maltratados, desnutridos. Y con desolación en el alma.
Lo mejor sería fortalecerlos para un mundo que va a exigir de ellos extraordinarias pruebas de valor.
Por eso, podemos decir que si bien la literatura debe inclinarse a celebrar el cumpleaños de una flor, es mejor que se dedique a celebrar el cumpleaños de un niño al que nunca se le han celebrado cumpleaños. Ni ha tenido la suerte de sentirse identificado jamás con una flor.
3. Trascendente y vital
Necesitamos una literatura infantil que destruya la falsedad y mistificación que siempre el sistema ha incurrido en presentar y que tan buenos defensores tiene ahora en los medios masivos de comunicación, con el agravante de que éstos ensalzan modelos transplantados y totalmente ajenos a nuestra realidad.
No mistificar, sino presentar la realidad tal como es, con su dosis de fantasía, pero también de amargura, de llanto y dolor, porque incluso así es más hermosa que si la inventáramos con todas las falsas galas y los frágiles adornos que pudiéramos imaginar.
Dirigirnos por fin –no con cuentos ni poemas de pacotilla– a ese niño que ayuda a trabajar a sus parientes en el mercado, que lava carros y con la propina compra pan para sus hermanos.
O bien ir preparando algo trascendente y vital para ese más pequeño que duerme en el cajón de la carreta de la madre que gana unos centavos como vendedora ambulante por las calles, que aunque estén llenas de gente serán para su alma calles desoladas.
4. Prepara para la vida
También es importante en la literatura infantil dejar de lado las actitudes paternalista que se basan en la creencia de que el niño es un proyecto de hombre, un impedido y hasta casi un minusválido mental.
Descartemos esa pedantería con que nos recubrimos al escribir literatura infantil, pues el niño conoce mucho más de lo que todos nosotros sospechamos.
La mejor protección al niño no es aquella actitud egoísta e hipócrita de encerrarlo en una caja de cristal, cuando afuera arrecia el temporal, campea el oprobio, se solaza la destrucción y la muerte.
Porque lo que prepara para la vida es saber la verdad. Pero, además es la que corrige y enmienda la sociedad en todo lo que ella tenga de deforme y corrupta, lugar inevitable donde el niño tiene que vivir.
Razón por la cual es suicida volvernos de espaldas a ella refugiándonos en arcadias y paraísos artificiales.
5. Que impere el bien
Otro fin de la literatura infantil es recrear nuestra historia, rescatando las versiones orales que han dado nuestros pueblos acerca del mundo.
Escribir sobre nuestros personajes cotidianos y nuestros paisajes tan bellos y originales.
Sobre aquellos hechos, donde la participación del hombre común –cuya actuación siempre ha sido generosa y hasta heroica– quede debidamente relievada
Ofrecer el verdadero rostro del país, rescatando sus valores más auténticos, contribuyendo así a reforzar una genuina conciencia nacional.
Sensibilizar al niño para que asuma valores propios que coadyuven a hacer que impere el bien entre individuos y pueblos.
6. Toma de conciencia
La literatura infantil debe darle al niño seguridad en sí mismo, confianza en su cultura y en sus posibilidades para conducir su destino.
Ha de cimentar su identidad, no haciendo de él un ser asustadizo ni tímido.
Menos un ser pasivo, indiferente, despersonalizado o abúlico. Ha de cultivar la iniciativa, la participación y el compromiso.
En un medio social en que a los niños y jóvenes se les imparte sistemáticamente una dosis muy alta de alienación, debe ser el freno a tal influjo e impulsora de una toma de conciencia frente a su realidad.
Debe recuperar la tradición folclórica local y regional y si es posible proyectarla en todo lo que ella tenga de universal.
7. La gracia del viento y del agua
La literatura infantil debe brindar una comprensión de la sociedad como un proceso tendiente a lograr la realización de las mejores posibilidades de desarrollo del hombre.La literatura infantil tiene que trasparentar en su trabajo la verdad. Y ésta no tiene que ser una verdad a medias, ni una buena intención, ni una mentira piadosa.
Tiene que ser, además de una verdad estética, una verdad ética; consecuencia de la investigación rigurosa y exhaustiva del acontecer social, económico y cultural; producto de haber vivido intensamente y de una correcta posición política en un país con grandes problemas por resolver.
Verdad que sea efecto de una extraordinaria vivencia interior, confrontada con la realidad que es tan dramática, asediante y perentoria en nuestros pueblos.
Por todo ello, no creemos en la literatura infantil pura, esquemática e ingenua, ni en aquella otra que parte de un altruismo a ultranza, ni tampoco en la que cree en una bondad sin lucha, sin pruebas que superar y vencer; y sin hondas transformaciones que emprender.
2. Cumpleaños de una flor
La literatura infantil ha de partir de la realidad, con las características que impone el medio social, de saber que muchos niños ya conocen su atroz situación y son testigos de este desenvolvimiento desquiciado de la historia. Ya no podemos cubrirle los ojos, ni nosotros taparnos el sol con el dedo de una mano.
El niño en las barriadas del Perú ha sido arrojado a la calle, la conoce y sabe todo el drama que en ellas se desenvuelve. Ya no hay niños ingenuos, los hay maltratados, desnutridos. Y con desolación en el alma.
Lo mejor sería fortalecerlos para un mundo que va a exigir de ellos extraordinarias pruebas de valor.
Por eso, podemos decir que si bien la literatura debe inclinarse a celebrar el cumpleaños de una flor, es mejor que se dedique a celebrar el cumpleaños de un niño al que nunca se le han celebrado cumpleaños. Ni ha tenido la suerte de sentirse identificado jamás con una flor.
3. Trascendente y vital
Necesitamos una literatura infantil que destruya la falsedad y mistificación que siempre el sistema ha incurrido en presentar y que tan buenos defensores tiene ahora en los medios masivos de comunicación, con el agravante de que éstos ensalzan modelos transplantados y totalmente ajenos a nuestra realidad.
No mistificar, sino presentar la realidad tal como es, con su dosis de fantasía, pero también de amargura, de llanto y dolor, porque incluso así es más hermosa que si la inventáramos con todas las falsas galas y los frágiles adornos que pudiéramos imaginar.
Dirigirnos por fin –no con cuentos ni poemas de pacotilla– a ese niño que ayuda a trabajar a sus parientes en el mercado, que lava carros y con la propina compra pan para sus hermanos.
O bien ir preparando algo trascendente y vital para ese más pequeño que duerme en el cajón de la carreta de la madre que gana unos centavos como vendedora ambulante por las calles, que aunque estén llenas de gente serán para su alma calles desoladas.
4. Prepara para la vida
También es importante en la literatura infantil dejar de lado las actitudes paternalista que se basan en la creencia de que el niño es un proyecto de hombre, un impedido y hasta casi un minusválido mental.
Descartemos esa pedantería con que nos recubrimos al escribir literatura infantil, pues el niño conoce mucho más de lo que todos nosotros sospechamos.
La mejor protección al niño no es aquella actitud egoísta e hipócrita de encerrarlo en una caja de cristal, cuando afuera arrecia el temporal, campea el oprobio, se solaza la destrucción y la muerte.
Porque lo que prepara para la vida es saber la verdad. Pero, además es la que corrige y enmienda la sociedad en todo lo que ella tenga de deforme y corrupta, lugar inevitable donde el niño tiene que vivir.
Razón por la cual es suicida volvernos de espaldas a ella refugiándonos en arcadias y paraísos artificiales.
5. Que impere el bien
Otro fin de la literatura infantil es recrear nuestra historia, rescatando las versiones orales que han dado nuestros pueblos acerca del mundo.
Escribir sobre nuestros personajes cotidianos y nuestros paisajes tan bellos y originales.
Sobre aquellos hechos, donde la participación del hombre común –cuya actuación siempre ha sido generosa y hasta heroica– quede debidamente relievada
Ofrecer el verdadero rostro del país, rescatando sus valores más auténticos, contribuyendo así a reforzar una genuina conciencia nacional.
Sensibilizar al niño para que asuma valores propios que coadyuven a hacer que impere el bien entre individuos y pueblos.
6. Toma de conciencia
La literatura infantil debe darle al niño seguridad en sí mismo, confianza en su cultura y en sus posibilidades para conducir su destino.
Ha de cimentar su identidad, no haciendo de él un ser asustadizo ni tímido.
Menos un ser pasivo, indiferente, despersonalizado o abúlico. Ha de cultivar la iniciativa, la participación y el compromiso.
En un medio social en que a los niños y jóvenes se les imparte sistemáticamente una dosis muy alta de alienación, debe ser el freno a tal influjo e impulsora de una toma de conciencia frente a su realidad.
Debe recuperar la tradición folclórica local y regional y si es posible proyectarla en todo lo que ella tenga de universal.
7. La gracia del viento y del agua
El arte dirigido a los niños en la sociedad actual –que acusa y evidencia signos de deshumanización, violencia y asfixia– ha de ser iluminador de la conciencia de ser hombre en el más alto nivel de espiritualidad, que es lo mismo que ayudar a formar un ser humano cabalmente desarrollado:
«Busca tu belleza, corazón mío, en el movimiento del mundo, como la barca, que coge su gracia del viento y del agua».
Se expresaba de este modo y con respecto a este propósito, el gran poeta bengalí Rabindranath Tagore.
8. Comprender y transformarla
La literatura infantil será en nuestro proceso cultural un signo de comprensión del mundo y a la vez de superación de las situaciones injustas.
Coherente con el principio de que no solamente es importante comprender la realidad sino que a la vez hay que transformarla.
Una literatura infantil que enseña al niño conformismo con el mundo actual, sencillamente es antihistórica, alienante y perversa.
Porque no se puede considerar una conciencia sana a aquella que acepte la mendicidad, la corrupción y el desprecio a la vida, como estamos habituándonos a aceptar como normal, a contemplar como rutina y a convivir pasivamente con ella, como si fuesen usanzas en el acontecer de todos los pueblos.
9. Reto y lucha
Toda literatura infantil debe propender a destacar valores como la solidaridad, la noción de que todo bien se consigue por el trabajo y no por la suerte, elemento que tanto campea en los cuentos infantiles convencionales.
Trabajo y dedicación que no debe enfatizarse como algo individualista ni recaer por ello en cultivar el egoísmo, sino coherente con los fines comunitarios y sociales.
Se debe inculcar algo muy importante que nos concierne a todos: nuestra responsabilidad para hacer que impere la justicia.
Este reto y lucha es fundamental en un mundo que urgentemente lo necesita y lo reclama a quienes están llamados a levantar las banderas de la dignidad del hombre, como son los escritores.
10. Seres felices
En una realidad en donde sólo puede sentirse feliz un miserable, es un desafío hacer niños felices sin que a su vez sean corruptos ni de alma miserable.
Porque tampoco una actitud realista significa o supone una visión sombría o destartalada de las cosas, ni estar condenados a presentar aspectos deprimentes de la realidad.
La literatura que tenga poder transformador tiene que ser esencialmente positiva, vital, construida sobre la base del optimismo, la alegría y hasta el júbilo.
Porque son los poetas y los artistas los últimos que han de perder la capacidad de ser y hacer para los demás la dicha de sentirnos hermanos, de cantar a la vida, al ideal de lo hermoso y sublime, pero dentro de una perspectiva de lucha.
El mejor medio para hacer hombres buenos, trascendentes y gloriosos es haciéndolos en su infancia seres felices.
11. Hijo mío
Para finalizar copio aquí un poema mío que guarda relación metafórica con el tema desarrollado:
1.
Hijo mío:
tú eres una rama tierna
nacida
de nuestro costado,
pero
cuyas raíces se hunden
en el centro
más hondo de nuestros
corazones.
2.
Tienes
halo luminoso en la frente.
No aquel
verde oscuro y grave
del árbol
que ha soportado la lluvia
la tempestad
y la borrasca. En ti todo
está
por hacerse, crecer y dar
fruto.
3.
Eres
el brote tierno, la voz
y la palabra
aún no pronunciada;
aquel
que porta un mensaje
nuevo
e indescifrable. Mis brazos,
hijo,
siempre estarán prontos
para
correr hacia ti, sostenerte
y abrazarte.
4.
Después
estaré para que tal vez tú
pienses en mí.
Y cuides el lento sonar
de mis pasos.
Y luego mires con ojos
profundos
mi difunto retrato en algún
álbum
de familia. Y allí, al fondo,
el futuro
vibre, hermoso, radiante
y promisorio.
Hijo mío:
tú eres una rama tierna
nacida
de nuestro costado,
pero
cuyas raíces se hunden
en el centro
más hondo de nuestros
corazones.
2.
Tienes
halo luminoso en la frente.
No aquel
verde oscuro y grave
del árbol
que ha soportado la lluvia
la tempestad
y la borrasca. En ti todo
está
por hacerse, crecer y dar
fruto.
3.
Eres
el brote tierno, la voz
y la palabra
aún no pronunciada;
aquel
que porta un mensaje
nuevo
e indescifrable. Mis brazos,
hijo,
siempre estarán prontos
para
correr hacia ti, sostenerte
y abrazarte.
4.
Después
estaré para que tal vez tú
pienses en mí.
Y cuides el lento sonar
de mis pasos.
Y luego mires con ojos
profundos
mi difunto retrato en algún
álbum
de familia. Y allí, al fondo,
el futuro
vibre, hermoso, radiante
y promisorio.
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Entrada editada por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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