Rodrigo Solórzano Espinoza
Luego de haber transcurrido casi una semana, del encuentro con el amigo y compañero Julio Orbegoso Ríos, en la populosa ciudad de Chimbote; recién he podido asimilar el impacto de esta obligada visita; que merece un previo recuento, para poder comprenderlo cabalmente.
Hace más de dos meses, hizo un llamado de auxilio, el militante de la amistad y la solidaridad Víctor Hugo Alvites, a favor del poeta Julio Orbegoso. Nos mencionaba la delicada situación de su salud y que se encontraba postrado y solitario, en su domicilio del Jr. Huáscar en el asentamiento humano Dos de Mayo de Chimbote. Mi espíritu de luchador social y solidario, no hizo esperar una respuesta; y le escribía a Víctor Hugo Alvites en los siguientes términos: “Te agradecería si por lo menos a mí puedas indicarme, de manera concreta, que tipo de apoyo solidario puedo brindar a nuestro amigo Julio. Porque entiendo que la solidaridad no es retórica, es acción práctica. Espero tu pronta respuesta”.
Y pasaban las semanas, leía los correos en la que se agradecía el apoyo de Áureo Sotelo, la donación de un cuadro de Kawide para ser sorteado; la preocupación de Ana María Intili, la visita de Ricardo Ayllón y su descripción sobre la difícil situación de Julio y un nuevo llamado de apoyo; también Danilo Barrón hacía eco sobre la cruzada de solidaridad.
Mientras sucedía todo lo mencionado, la desidia y abulia dominaba mi espíritu. No era un asunto de de dinero, ni de tiempo para poder cumplir con mi deber moral. Algo grave estaba produciéndose dentro de mi ser. Reflexioné y en una reunión de dirigentes de AEPA, llevado a cabo en Enero, expresé mi autocrítica por esta situación. Sin embargo, el bache emocional continuaba dentro de mí y el apoyo a Julio no se concretaba. Sentía vergüenza por ello, porque mis actos no eran coherentes con mis palabras.
En estas circunstancias fuimos convocados por Luis Huerta, Presidente de AEPA, a una reunión en Casma para el 07 de Febrero. No lo pensé dos veces y me propuse viajar a Casma y decidí llegar de todas maneras a Chimbote. Me decía, la única forma de poder saldar mi deuda moral con Julio Orbegoso y reencontrar mi vena solidaria, era pidiéndole disculpas y perdón personalmente.
Frente a frente con la ingratitud
Viajar de Casma a Chimbote es fácil, mucho mejor acompañada de mi esposa y compañera Lili; con las indicaciones de Víctor Hugo Alvites (Sí el Pisadiablo) pude llegar a la casa de nuestro hermano Julio Orbegoso Ríos, unos niños que jugaban en la vereda nos indicaron la ubicación de su casa. Tocamos la puerta y la voz aún débil de Julio nos contestó. Una vez que me identificó, me alcanzó la llave por su ventana. Ingresamos a la morada humilde del poeta. Un apretón de manos rubricó el reencuentro, no nos veíamos desde el encuentro de Huari, en Mayo del 2009.
Lo encontré recostado sobre su lecho, con el suero conectado a su vena. Julio aguardaba con cierta impaciencia nuestras palabras; en ese instante un nudo en la garganta me impedía a iniciar mis disculpas, no solo mis disculpas, sino el pedir perdón. Porque a un hombre postrado en cama, aún más discapacitado, no se le pudo haber fallado, como lo hice yo. Creo con la agitación que le producía la inesperada visita, apenas pudo percibir mi pedido de perdón. El dolor que tenía acumulado por la ingratitud, empezó a desbordarse. Lágrimas de dolor surcaron por las mejillas curtidas de Julio, reclamaba a sus familiares y a los amigos, que prácticamente lo habían abandonado; y eso que vivían en su propio barrio. Nos habló de sus vicisitudes, de su vida entregada a la literatura por Chimbote y para Chimbote. Recordó con mucha pena a algunos escritores chimbotanos, que habían pasado sus últimos días en el abandono. Como el caso de Pietro Luna Coraquillo, “que tanto había dado a Chimbote”, como lo mencionó. Creo que el fondo de su angustia, eso era lo que él más temía; la ingratitud de los familiares y los amigos. Unas furtivas lágrimas se precipitaron inevitables de mis ojos. Estábamos frente a frente, ante la indiferencia de los hombres que nos llamamos solidarios. A pesar del dolor contenido y la amargura que da frutos dentro del alma del hombre más duro; en Julio si había gratitud y reconocimiento, nos mencionó de su amigo y casi familia Víctor Hugo Alvites, del padre John Davis y de sus vecinos, por el invalorable apoyo que les brindaban en estos trances tan difíciles.
Viajar de Casma a Chimbote es fácil, mucho mejor acompañada de mi esposa y compañera Lili; con las indicaciones de Víctor Hugo Alvites (Sí el Pisadiablo) pude llegar a la casa de nuestro hermano Julio Orbegoso Ríos, unos niños que jugaban en la vereda nos indicaron la ubicación de su casa. Tocamos la puerta y la voz aún débil de Julio nos contestó. Una vez que me identificó, me alcanzó la llave por su ventana. Ingresamos a la morada humilde del poeta. Un apretón de manos rubricó el reencuentro, no nos veíamos desde el encuentro de Huari, en Mayo del 2009.
Lo encontré recostado sobre su lecho, con el suero conectado a su vena. Julio aguardaba con cierta impaciencia nuestras palabras; en ese instante un nudo en la garganta me impedía a iniciar mis disculpas, no solo mis disculpas, sino el pedir perdón. Porque a un hombre postrado en cama, aún más discapacitado, no se le pudo haber fallado, como lo hice yo. Creo con la agitación que le producía la inesperada visita, apenas pudo percibir mi pedido de perdón. El dolor que tenía acumulado por la ingratitud, empezó a desbordarse. Lágrimas de dolor surcaron por las mejillas curtidas de Julio, reclamaba a sus familiares y a los amigos, que prácticamente lo habían abandonado; y eso que vivían en su propio barrio. Nos habló de sus vicisitudes, de su vida entregada a la literatura por Chimbote y para Chimbote. Recordó con mucha pena a algunos escritores chimbotanos, que habían pasado sus últimos días en el abandono. Como el caso de Pietro Luna Coraquillo, “que tanto había dado a Chimbote”, como lo mencionó. Creo que el fondo de su angustia, eso era lo que él más temía; la ingratitud de los familiares y los amigos. Unas furtivas lágrimas se precipitaron inevitables de mis ojos. Estábamos frente a frente, ante la indiferencia de los hombres que nos llamamos solidarios. A pesar del dolor contenido y la amargura que da frutos dentro del alma del hombre más duro; en Julio si había gratitud y reconocimiento, nos mencionó de su amigo y casi familia Víctor Hugo Alvites, del padre John Davis y de sus vecinos, por el invalorable apoyo que les brindaban en estos trances tan difíciles.
Razones para seguir viviendo
No podía contagiarme con la tristeza de Julio, mi misión además de llevarle aliento, era recordarle, que él tenía muchas razones por la que tenía que seguir viviendo. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios y la nostalgia lo transportó a Marca. Como quisiera contactarme con alguien de Marca, ese pueblito donde su gente me trató con tanto cariño; pueblo donde vi a mi amigo Pisadiablo, bailando en sus calles con su alforja, empolvándose los zapatos. Cuantas veces he querido regresar a Marca, me dijo con una necesidad vital. Aproveché para decirle que yo era de Marca; y lo invité para la fiesta del patrón San Lorenzo. Le mencioné que dicho santo era muy milagroso; le conté, que cuando yo no podía resolver algún asunto por mis propios medios, le pedía ayuda a San Lorenzo y las cosas salían bien. ¡Yo estoy seguro que San Lorenzo posibilitará que vayas a Marca, pero tú tendrás que poner tu parte! Le dije tratando de fortalecer sus deseos de seguir luchando y seguir en la brega. De esta manera también quedó formalmente invitado a la fiesta patronal de Marca.
Habló de la AEPA, de su presencia en casi todos los encuentros; del porque no estuvo en Chiquián. Le dije, que todos pensamos que no fue por problemas de su salud; el aclaró de inmediato, que su acompañante se sintió mal en Huaraz y tuvo que retornar con él a Chimbote. En buena hora, me dijo, por que pudo haber sido fatal. Hizo mención del encuentro de Huari, resaltaba la presencia de los jóvenes escritores; “Ya no somos los mismos viejos de siempre, que bien, hay nueva gente y con trabajos de calidad; la AEPA está creciendo”. Me habló también de otras experiencias bonitas con la gente de otros pueblos de nuestra región.
Un gran corazón a pesar de la adversidad
Agradeció el apoyo de Kawide, del sorteo del cuadro donado de este joven valor de la poesía y las artes plásticas. ¡Mira se lo sacó Ricardo Ayllón y por un pelo casi se lo gana el Dr. Lorenzo Samaniego!. A estas alturas una nueva luz iluminaba sus ojos. Continuó la charla; con el apoyo de Ricardo Ayllón he publicado un nuevo libro en homenaje a Chimbote y tengo otro a punto de publicarse. En ese nuevo libro todos los monumentos de Chimbote toman vida y hablan del pasado, del presente y el futuro. Como si una fuerza invisible lo impulsara, seguía hablando sobre su producción literaria.
Nosotros habíamos cumplido con nuestra misión y obligación moral, de brindar nuestro apoyo solidario a un hermano y haber perdido perdón por la solidaridad traicionada Ya vendrán mejores tiempos, en que la AEPA tenga que organizar el apoyo social institucional, es una tarea en el que todos estamos comprometidos. Ya no más escritores olvidados y abandonados a su suerte.
Finalmente en ese mar popular de Chimbote, salió a flote el corazón noble del poeta. ¡Rodrigo, en Marca me trataron muy bien, como quisiera que unos doscientos libros que tengo, puedan servir para la biblioteca de Marca!. Su alma estaba clamando solidaridad dentro de su soledad, sin embargo su corazón dadivoso estaba presto a dar; porque Julio si sabe… “que la solidaridad no es retórica, es acción práctica”.
¡Feliz día de la amistad y el amor, pero con solidaridad!
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